Hoy he estado pensando en todas esas señales que quizá pasan por delante nuestro y no somos capaces de ver. Dicen que el mundo está lleno de posibilidades y que nosotros escogemos unas pocas de todas ellas, pero que las posibilidades son infinitas. Quizá haya señales surgiendo de todas las esquinas, quizá seamos nosotros los que no sabemos verlas o entenderlas.



Como si me hubieran dado un papel lleno de notas musicales, de qué me serviría a mí, incapaz de entenderlo, yo qué me sabría que detrás de él se esconde el Capricho 24 de Paganini. Sólo si alguien me las traduce y las interpreta como aquí soy capaz de darme cuenta ante lo que estoy.
Así, esta tarde como ayer tarde, me pregunto si aún hubieras seguido dando vueltas hasta que yo te hubiese dicho algo. Porque el destino es la palabra que explica que existan o no todos estos vacíos. Y, en nuestro caso, la palabra que hoy hubiera explicado nuestro encuentro.

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