LA VIDA

A menudo levanto su sombra y me escondo ahí de ella,
todas esas horas en las que no me espera,
y la observo gastar nuestro tiempo con maniquís y caricaturas.
Su sombra ya no es alfombra voladora y ya no delata.
Y su magia ya no funciona conmigo y se desvanece.
Sé que no me echaría en falta si escapara.
Pero desconoce que tiene doble cara y que juega con ventaja.
Porque con ella también va la muerte.
Y para esa otra parte de sí misma,
sea cual sea la distancia, y lo agotado de nuestro mundo,
siempre mereceré la pena.

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