Son muchas las cosas que me preguntas al cabo del día, siempre ansioso de saber, inquieto pero también impaciente. Si has de aprender algo con el tiempo es a saber escuchar y entender la naturaleza. Verás entonces que todo tiene sus ritmos. Que a la primavera no puedes obligarle a hacerle llegar en otoño, y que en verano no puede llegar el invierno. En algún momento te darás cuenta que a veces es mejor cerrar los ojos para poder ver. Abrir todos tus sentidos y alejarlos de los ritmos artificales y superpoblados que hemos ido creando nosotros los humanos.
Si te rodeas de lobos al final serás uno de ellos. Cada uno de nosotros tenemos una identidad. Tú eres tú y no hay otro que sea tú en ningún lugar. Esto no es ser egoísta ni pensar en individual. Pero es importante que entiendas que aunque vayas dentro de una masa llamada gente, tú tienes tu peso, tú tienes que crecer y situarte en tu sitio, establecer tus parámetros y determinar tu vida. Y si decides compartirla con alguien, dentro de ese conjunto que seréis, ambos determinaréis vuestro curso y camino. De no ser así, estar seguros de que alguien lo hará por vosotros. Que, como riadas o tsunamis silenciosos, la masa os arrastrará insaciable y os devorará.

A veces me miras como si no te dijera nada, pero es que aún no te das cuenta: eso es otra cosa que debes aprender: que en los silencios también está la sabiduría.

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