Habéis puesto clavos en mi cama y queréis que duerma,
ni siquiera os vale vuestra firma en mi cadáver,
o un nombre o una boca para el de ahí abajo,
escupís mis palabras sobre mí mismo como desprecio,
el conjuro que os hará viejos y frágiles,
que acrecentará vuestra perversión, pero también vuestra incontinencia,
que hará caer sobre vosotros la ironía:
la calvicie y la impotencia que no podréis remediar
ni pagando todo el dinero del mundo.

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