No dan ya nada por mis dientes desgastados,
ni siquiera los más mitómanos o los que pasan
la vida pegados a las subastas de cualquier cosa por internet,
ahora hay quienes me juzgan porque dicen
que mi sobreexposición al mundo real ha perjudicado el futuro de nuestra especie,
como si nosotros los vampiros
también necesitáramos del tirón de los turistas para sobrevivir.

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