En algún momento de mi vida abrí los ojos, no los que tenemos en la cara, sino esos que hacen que te des cuenta de lo que dicen a tus espaldas, o los que te hacen intuir en las miradas de los demás.
Y quizá no fuera en primavera, quizá no fuera con el ruido del mar, ni con el grito silencioso de las montañas, ni una mujer, ni la vida al llegar al final de una noche de sábado.
Tan pobre como aquella imagen que me devolvía el espejo, cuando empecé a darme cuenta quién era.
En algún momento aprendí que los sentidos jamás están donde se les supone. El invierno travestido de primavera. Un pequeño laboratorio de emociones. Mi cuerpo en el universo, el que es, lo que soy.
En las formas que sea, las veces que sea.

Comentarios

Entradas populares